domingo, 20 de julio de 2008

Elecciones en la Hermandad de María Santísima en la Soledad

José Cabello Reina nos informa en su blog:
Como es preceptivo en las reglas de la Hermandad y cumplido el mandato para el que fueron nombrados, el día 16 de junio de 2008 se celebraron elecciones en la Hermandad de María Santísima en la Soledad, fue en el salón de la Parroquia del Socorro al que pertenece dicha Hermandad, tras un cabildo ordinario en el que se aprobaron las cuentas del ejercicio pasado y el presupuesto para el nuevo, se celebró cabildo extraordinario de elecciones. Tras las votaciones que corresponden y leído el informe que presentaba el candidato a Hermano Mayor, salió la siguiente Junta de Gobierno:


CONSILIARIO D. DIEGO GAMERO FERNÁNDEZ
HERMANO MAYOR D. MANUEL GAZABA GIL
MAYORDOMO D. JUAN OROZCO CANTO
SECRETARIO D. RAFAEL ORTIZ GARCÍA
TESORERO D. JOSÉ MANUEL HURTADO BOHÓRQUEZ
FISCAL D. JOSÉ MARÍA TIRADO RAMOS
VICESECRETARIO D.MIGUEL GODINO GONZÁLEZ
VICETESORERO D. JORGE ALBA VELASCO
ALBACEA GENERAL D.JOSÉ LUÍS GARCÍA OROZCO
VOCAL DE CULTOS D. MANUEL BADILLO JIMÉNEZ
VOCAL RELACIONES PÚBLICAS D. BLAS GIL GARCÍA
VOCAL CAPATAZ DE PASO D. RAFAEL LOBATO REINA
CONTADOR D. JOSÉ MENA RODRÍGUEZ
VOCAL CASA DE HERMANDAD D. ALBERTO BULLÓN RAMOS
VOCAL DE CARIDAD Y JUVENTUD Dª. PATRICIA GUERRERO BEJARANO
VOCAL ADJUNTO AL ALBACEA D. JOSÉ PÉREZ ALARCÓN
VOCAL ADJUNTO AL ALBACEA D. JOSÉ LUIS RUIZ CHAVES
VOCAL ADJUNTO AL CAPATAZ DE PASO D. GABRIEL ÁNGEL NIETO GÓMEZ CAMARERA DE LA VIRGEN Dª. MARÍA FERNANDA GONZÁLEZ CABALLERO

Como podemos comprobar la mayoría de las personas permanecen en la Junta aunque no así en los cargos que han sido modificados para muchos de ellos.

Éxitos y que la Hermandad salga fortalecida en esta nueva etapa.


Fuente: http://josecabelloreina.blogspot.com

lunes, 21 de abril de 2008

Carta: 21 de Abril de 2008

Estimado(a) Hermano(a):
El pasado dia 1 del cte. se celebró Reunión General de la Junta de Gobierno de la Hermandad acordándose en la misma convocar a partir del día 9 de Mayo de 2008, elecciones para la Junta de Gobierno para los próximos cuatro años, dado que la actual cumple su mandato.
Tal como indica la Regla 50 de los Estatutos se podrán presentar las candidaturas de los SEIS primeros cargos (Hermano Mayor, Mayordomo, Secretario, Tesorero, Fiscal y Albacea General), en listas cerradas, que lleven el refrendo mínimo de TREINTA HERMANOS, cuyas firmas solo seran válidas en una candidatura.
El plazo de admisión de candidaturas quedará cerrado el día 19 de Mayo de 2008 a las 20.00 horas. Pueden presentarse para Hermano Mayor y Mayordomo todos los hermanos(as) mayores de TREINTA AÑOS y con un mínimo de antigüedad en la Hermandad de CINCO AÑOS. y, para el resto de la Junta, todos los hermanos(as) mayores de DIECIOCHO AÑOS y con un mínimo de antigüedad de DOS AÑOS.
Las candidaturas pueden ser enviadas a la Casa de Hermandad, sita en Calle Lauría, 1 de Ronda, o bien entregárselas a cualquier miembro de la Junta de Gobierno. El Cabildo de elecciones se celebrará el día 9 de Junio a las 21 Horas.
Sin otro particular y animándote a presentar candidaturas te enviamos un fraternal abrazo en María Santísima en la Soledad.

El Hermano Mayor / El Secretario
Manuel Gazaba Gil / Alberto Bullón Ramos

miércoles, 16 de abril de 2008

La Mirada Cofrade Besamano 24 02 2008


Francisco Ayala Anaya

La Mirada Cofrade Triduo 22 02 2008


Francisco Ayala Anaya

La Mirada Cofrade Triduo 09 03 2007



Francisco Ayala Anaya

La Mirada Cofrade 15 09 2006


Francisco Ayala Anaya

sábado, 5 de abril de 2008

Carteles de la Semana Santa de Ronda

Un recorido histórico por la cartelería cofrade de la Semana Santa de Ronda, recopilación extraída de la obra: "Devoción en papel" realizado por la Asociación Cultural Mayordomo


sábado, 29 de marzo de 2008

Joaquín Ossorio orfebre

Navegando por internet encontré el blog de Joaquín Ossorio, orfebre al que se le encargó crear la corona que luce María Santísima en la Soledad en su salida procesional y la diadema que ha estrenado este año:



Repujada en plata de ley chapada en oro. Estilo barroco rocalla, con ráfaga peraltada con rayos biselados y flamígeros intercalados.





En el centro del resplandor una cartela con el escudo de la Hermandad, sobre ella un balaustre y arriba cruz de formas rectas con un granate engastado.



Detalle de la unión del canasto y la ráfaga.




El aro tiene cintas entrelazadas con hojas. También se aprecian otros granates engastados.

http://jossoriom.blogspot.com/2006/07/corona-de-nuestra-seora-de-la-soledad.html



Realizada en plata de ley chapada en oro, con aplicaciones de pedrería, figurando en el centro una cartela oval con el escudo de la Hermandad de plata en su color.




http://jossoriom.blogspot.com/2007/07/diadema-de-mara-santsima-en-la-soledad.html

viernes, 21 de marzo de 2008

Semana Santa 2008

domingo, 16 de marzo de 2008

Álbumes de Fotos de la Hermandad


Se ha creado un espacio donde compartir fotografías de nuestra hermandad.
Podemos colaborar todos, si quieres mandarnos tus fotos las colgaremos en el album correspondiente , iremos creando nuevas colecciones segun las necesidades. Nos gustaría recibir fotos de cualquier época. Como requisito nos gustaría que nos adjuntara la fecha aproximada, al menos el año! y que el tamaño fuese al menos de 1024x768 que es el tamaño con el que se suben a la web.
Álbumes: http://picasaweb.google.com/hermandad.de.la.soledad.de.ronda

Seguidores de Jesús a través de María

Ser costalero de María es llevarla en el corazón los trescientos sesenta y cinco días que tiene el año. Para nosotros, los andaluces, pensar en Jesús es acercarnos a su madre, a nuestra madre; pensar en su mensaje es escuchar las palabras de una mujer que todo lo dio en vida, que todo lo testimonió, que en su soledad ante la muerte demostró la alegría de la resurrección.

Conocemos poco sobre el quehacer cotidiano de María y Jesús en Nazaret. Podemos suponer que era una mujer que se afanaba en sacar a su hijo adelante tras la muerte de José. Seguro que no se venció ante las dificultades que el día a día iba trayendo, en más de un momento lloraría la ausencia de su esposo José para, seguidamente llenarse del amor de Dios y del amor de su Hijo Jesús. En silencio y soledad fue rumiando las palabras que Dios ponía en su corazón, haciendo que este creciera hasta límites incalculables. Me la imagino limpiando la casa, cosiendo los rotos que Jesús llevaba, preocupada por la educación de su hijo... Pero también me la imagino en momentos difíciles donde su semblante se torna en tristeza al pensar lo que afirman los profetas sobre el Mesías, sobre la muerte y el sufrimiento. Sus enseñanzas sobre la vida, sobre el sentido de la vida que consiste en estar en comunión de Dios, dio sentido también a su sufrimiento; a la vida de Jesús quien nos enseñará que el alimento para Él es cumplir el designio de Dios y llevar a cabo su obra Un 4,34). Así el silencio de ambos sobre sus situaciones de ánimo es el signo del desprendimiento de Madre e Hijo respecto a ellos mismos; sus vidas son esencialmente su misión. María enseñó a Jesús a ser hombre de deseos impregnados de Dios, que es al mismo tiempo el hombre de la fraternidad para con todos sus hermanos.

Desde que Jesús entra en su vida pública, la perspectiva de la muerte violenta entra dentro de sus cálculos de probabilidad. Y es clara esta afirmación pues la opción por un mesianismo contra corriente de las ilusiones populares, le denuncia de la hipocresía de los líderes judíos, la amenaza de los motines públicos, contribuía para Jesús una advertencia muy clara de los riesgos que corría. Y junto a Él una madre que observa desde la distancia pues es el tiempo del Padre, que sufre y llora en silencio el final que a su Hijo le espera, pero que recibe de Dios una fuerza tan grande que es capaz de no interponerse a la voluntad divina aunque esta termine con la vida del ser mas querido: su Hijo.

Momentos amargos que llenaban la vida de María de terror, angustia, tristeza y soledad. Amargura que cegó también a Jesús. En un alarde de humanidad, presentó una rebeldía instintiva ante la inminencia de su desaparición; aunque más profundamente se sitúa ante la muerte como creyente y como profeta. Su grito a Dios es más una referencia a su misión que una llamada en su favor.

La pasión constituye para Jesús la entrada en el silencio con los hombres. Comienza entonces para Él un careo amante y doloroso con su Padre: «Abba» (papá, mamá); abandonándose en sus manos. Es Dios su único interlocutor en este momento tan difícil. Pero antes tiene unas palabras para su Madre, palabras de consuelo que puedan mitigar las lágrimas y el dolor, palabras de un hijo preocupado por lo que le pasará a su madre cuando él ya no esté en la vida, palabras que acabarán con la soledad de una mujer que será desde ese momento madre de todos y con la soledad de un amigo, discípulo que no quedará huérfano.

Si los dos ladrones eran los que estaban más cerca físicamente de Jesús, espiritualmente las dos personas más cercanas a él eran su madre y el discípulo, a quien tanto quería. María y Juan estaban allí, bien cerca; estaban allí escuchando y compartiendo; estaban allí padeciendo y compadeciendo; estaban allí, comulgando con Cristo.

Pensando humanamente, es una escena terrible que la madre asista a la ejecución de su hijo, tan dramática y tan vergonzosa; es algo que no se debiera repetir. Y, sin embargo, Dios lo permite pues sabe que el corazón de María quiere ver cumplida la voluntad de Dios, aunque le cueste el mayor sacrificio.

Encontrándose en ese momento MARÍA EN LA SOLEDAD más absoluta y recibe de la mano de su hijo una nueva familia, una humanidad nueva, el retoño que va a florecer tras la muerte, el germen de lo que sería su Iglesia.

María es la mujer que sigue dando a luz a Cristo, que sigue teniendo hijos innumerables, en medio de dolores y esperanzas. Y, así, Juan es el discípulo fiel, es el hombre creyente, es todo lo que nace del agua, de la sangre y del Espíritu. La mujer siempre tendrá hijos, por la fe. El creyente siempre tendrá una madre, por la fe. Y esta es nuestra Madre en la Soledad, que grita desde el silencio de su belleza «VENID CONMIGO, SED MIS COSTALEROS».

El mensaje de Cristo comienza aquí, tras la resurrección y la invitación a seguirle con un testimonio sincero, viviendo la fraternidad, la hermandad que enseñó a los apóstoles en vida y que nosotros desde nuestra agrupación y desde todas las agrupaciones debemos vivir.

Ser costaleros una noche es alegría e ilusión, hacerlo toda una vida, es testimonio sincero de Amor.


Daniel Ángel Harillo García.

Cuarenta años a los pies de María Santísima en la Soledad

En aquel lejano 1960, el por entonces capataz de paso D. Cristóbal León Avilés me dijo, en la visita que cada mañana de Viernes Santo hacia con mi padre a la Iglesia de la Merced para ver a Ntra. Señora, que desde ese momento iba a ser horquillero de ella.

La alegría me desbordada yo era un chaval de catorce años que podía decir con orgullo que iba a portar en su hombro a su amada Virgen en su Soledad. Pertenezco a esta Hermandad desde su refundación, pues me hizo hermano, cuando era muy pequeño, mi tío político Juan León Avilés, uno de los primeros hermanos de la Hermandad.

Al llegar a ser horquillero conseguí mi máxima aspiración en la Hermandad, pero, con el paso del tiempo, fui elegido para desempeñar el mejor cargo que se le puede asignar a una persona que ha estado siempre en el trono; ser capataz de paso y con ello tener el honor y la suerte de ser el único hermano que durante toda la procesión va mirando la cara de Ntra. Señora.

En estos cuarenta años, han ocurrido infini­dades de anécdotas y sería interminable relatarlas to­das, desde el año que salimos un sábado a las cuatro de la tarde, hasta un año que subió un horquillero a encender una vela, el capataz no se dio cuenta, y sali­mos andando con el hermano encima del trono junto a La Virgen, o un tambor que se dormía durante la procesión, u otro que se equivocaba de recorrido, etc.

El momento de mayor emoción del Viernes Santo rondeño, es sin lugar a dudas la Salida y Entrada de nuestra Venerable Hermandad; ésta se acentúa a la entrada debido a las escaleras y a la estrechez de la puerta de la Iglesia de la Merced, sumándose a ello el cansancio natural de los horquilleros después de efectuar todo el recorrido, con el recogimiento, devoción, y amor que todos ellos muestran a nuestra titular.

En ese momento, cuando el Trono de Ntra. Señora se vuelve para mirar a quiénes allí se congregan, es ahí cuando se termina el cansancio, y al toque de la campana por el capataz, con las bengalas encendidas, algún horquillero, en ésos momentos de fervor y emoción, lanza un Viva a Nuestra Muy Querida Madre, que es coreado por todos los presentes, que parece que ayudan a subirla con el aliento y el cariño que nos dispensan, y es ahí cuando nos parece que el Trono pesa menos.

En nuestra Hermandad, tenemos la gran suerte de que casi todos los horquilleros que se van incorporando al trono son hijos o nietos de aquellos primeros horquilleros la mayoría ya desaparecidos, pero que cada Viernes Santo no faltan a la cita acompañando a su Virgen. Actualmente tenemos la tercera generación de horquilleros de las familias León, Tirado, Ruiz, Cabello, etc. De las cuales, lo fueron sus abuelos, después sus padres y ahora son sus nietos.

En otras familias se ha pasado el relevo directamente de abuelos a nietos. También hay familias con varios hermanos en el trono, como los Serrano Cordón, Ruiz Chávez, Reina, del Pino, García, Nieto, Orozco... etc. Este capataz que ha tenido el honor de salir con los abuelos y padres, ahora tiene la gran suerte de llevar en el trono a sus hijos y nietos.

Juan Orozco Canto. Capataz de Paso.

Desde Mi Memoria

En la calle Los Vicentes, haciendo esquina con Plaza de Carmen Abela, existía en el año 1948, una casa de dos plantas. En el piso habitaban dos conocidas familias rondeñas, y en el bajo, por la plaza, estaba instalada una sastrería, por calle Los Vicentes, una carpintería en el patio y en el zaguán, a la derecha, había una habitación de pocos metros, donde se ubicó por unos años, un modestísimo taller de impresión, que fue fundado en 1945 en calle Los Remedios.

Viene este recuerdo a mi memoria, porque fue allí, en la Imprenta Ronda Gráfica, donde se forjó la Hermandad de María Santísima en la Soledad. Allí se desarrolló la idea de que el Viernes Santo rondeño, tuviese una nueva cofradía de pasión y pensaron que esta podía ser La Soledad.

Cristóbal González, los hermanos Bartolomé y Manuel Galindo, Salvador Velasco, Antonio Morales, Miguel Palma, Antonio Rosillo, Antonio Lobato, Juan García, Rafael Aguilera Rafael Tirado, y otros, fueron los artífices del proyecto.

Ni que decir tiene, la austeridad de aquéllos duros años por la total falta de me­ dios económicos. No se contaba más que con su fuerza de voluntad, que les Nevó a llamar a todas las puertas, hablar con quien pudiera intervenir ante la autoridad eclesiástica, para que la cofradía tuviese su iglesia y faltaba la Imagen y los enseres que se necesitaban y de los que no se tenía nada.

Después de la negativa de que esta Herman­dad fuese ubicada en la iglesia del Socorro -que se estaba reconstruyendo‑, tras la intervención de Antonio Lobato, se recibió la conformidad de las Carmelitas Mercedarias que fueron el pilar fundarnental de la iniciación de la Hermandad. Aportaron la iglesia y también la imagen de Ntra. Sra. de la Merced, que procesionó por las calles de Ronda, en los primeros años de vida de la cofradía.

Solucionados estos dos importantes escollos, se necesitaban: trono, túnicas cirios y demás útiles para poder hacer el desfile, hubo que pedirlos prestados. De esta forma, el Viernes Santo de 1949, a las once de la noche, bellamente exornado el trono por Pedro <> y superando por primera vez la dificultad de la escalinata de la portada de la iglesia de la Merced, se salió a desfilar, sin importarles a sus hermanos no llevar la túnica negra y el cíngulo blanco, que era el uniforme con el que a partir del siguiente año se desfilaría.

Aquélla noche, fue de mucha emotividad, se vio cumplida la gran idea; la fe, la voluntad y la tenacidad de aquellos hombres modestos, había dado su fruto, su Hermandad de María Santísima en la Soledad, lucía su paso por las calle de Ronda. A partir de este viernes, la Semana Santa rondeña, tenía una nueva cofradía de Pasión.

Por ello, en la celebración del cincuentenario, creo que es un deber y un acto de agradecimiento recordar el lugar donde se discutió hasta hacer realidad el proyecto, y a las personas que con su aportación de ideas y sacrificios, consiguieron que esta ilusión se llevase a cabo.

Juan Galindo Carrascosa

Pensamiento Cofrade

Mi vocación cofrade se despertó a muy temprana edad, alrededor de los 10 años, surgiendo anecdóticamente como un juego de niños que consistía en salir de penitente en una procesión. Inimaginable fue para mí pensar en aquel momento, que desde entonces hasta el día de hoy, pasaría a pertenecer de un modo muy especial y sentido a mi única Hermandad, María Santísima de la Soledad, mi cofradía.

Aún recuerdo emocionado aquel día en que me fue entregada en la calle Los Vicentes por "Pedro el de las Esclavas" mi primera túnica, a partir de entonces surgió en lo más profundo de mi corazón la necesidad de acudir a la cita obligada de los Viernes Santos a las 11 de la noche, para acompañar a "mi Virgen".

A ello se unió el entusiasmo, la ilusión que casi sin querer me inculcó un vecino mío de la calle Cruz Verde donde yo nací, y que era ya entonces hermano horquillero.

Durante 6 años aproximadamente, acompañé a "mi Soledad" con la luz de un pequeño cirio, hasta que un Viernes Santo, el entonces Capataz de paso Luis Avilés, me sugirió cortar el capirote para así poder llevar a mi Titular, que era en mi interior lo que realmente deseaba.

Y así fue como con 17 años contraí el peculiar y serio compromiso de llevar sobre mis hombros a esa incomparable imagen, que ha inspirado en mi interior tantos sentimientos de honda emoción, que nunca podré describir. Desde entonces y hasta el año 1996, fui afortunado hermano horquillero, llegando incluso a ser el hermano más antiguo del paso. Hoy puedo confesar que es un peso mucho más duro de soportar el no poder cubrirme con su manto cada Viernes Santo por motivos de salud, teniendo que conformarme con acompañarla, como en un principio hacía.

Recuerdo como algo anecdótico, hace ahora 20 años, que por la inclemencia del tiempo salimos en procesión el Sábado Santo a las 4 de la tarde. Así, con el contraste de la luz del día, las calles rondeñas pudieron contemplar a una dolorosa "desconsolada" que retrasó su salida y a la que la luz del sol, de forma no habitual, compadecía en su lento caminar.

No puedo obviar en estas líneas, lo que siento por "mi Soledad", esta imagen de talla sevillana que con gran maestría realizó el imaginero D. Sebastián Santos, quien supo plasmar en ella, en esos ojos imperturbables que siempre miran al frente desconsolados, la gran tristeza que a todos nos embarga cuando nos dejamos contemplar por ellos. Y es así cada Viernes Santo, cuando asoma tímidamente por esa justa y estrecha portada de piedra de la Iglesia de la Merced, cuando los horquilleros con no poca escasez de dificultades y esfuerzos la bajan por las escalinatas, con tanto mimo y esmero, que el silencio que ella misma representa, queda roto por la presencia y el apoyo de innumerables rondeños que la aguardan expectantes y pacientes. Y a partir de ahí, comienza su lento y acompasado caminar, a través de una multitud callada y silenciosa, ante el dolor de sus lágrimas y el sordo sonido de un tambor que remata la sobriedad tan característica de ésta, de mi Hermandad.

Una Hermandad que, en mi opinión, ha experimentado al cabo de los años una evolución tanto cristiana como cofrade, latente no sólo el día en que culmina nuestra permanente labor, sino a lo largo de todo un año repleto de actos y celebraciones, encaminados a enriquecer el espíritu cristiano que debe guiar lo fines de nuestra Hermandad y que realzan la figura de nuestra Titular. La celebración de éste cincuentenario es prueba manifiesta de lo dicho, lo cual es más que loable.

Quiero en este punto hacer un alto en el camino, no por ello desmereciendo la labor de tantos y tantos hermanos para recordar en especial a uno de ellos, Antonio Cabello, que fue hermano de fila, de paso, fiscal, capataz de paso y por último Hermano Mayor y que con la ayuda de su junta, supo introducir nuevos y prometedores proyectos en la Hermandad, que tras unos años se han hecho realidad e incluso han sido superados por el actual Hermano mayor, Manuel Gazaba Gil, que sigue actualmente en el empeño de conseguir, con la ayuda incondicional de todos los hermanos, el máximo esplendor para nuestra Titular.

Entre mis líneas, no cabe olvidar la labor callada que realizan en esta Hermandad las Hermanas Carmelitas, quienes desde siempre nos han brindado su apoyo incondicional para todo lo que hiciera falta. Por ello y desde aquí, les doy sinceramente las gracias.

Para terminar en mi esfera personal, tengo que decir que estoy orgulloso de que ese sentimiento cofrade que poseo, se haya ido transmitiendo de una generación a otra, lo que en mi caso puedo decir que ya va por la tercera generación con mis hijos, y que ojalá continúe.

Por ello, animo a la junta de Gobierno a que fomente entre la juventud cofrade, todos aquellos valores que nos movieron a nosotros a trabajar por la Hermandad y por María Santísima en la Soledad.


Juan del Pino Terroba.

Testimonio de Fiscal

Con este sencillo artículo sólo pretendo rendir un pequeño y sincero agradecimiento a todas aquellas personas que han prestado su ayuda para que mi labor como fiscal, durante esta etapa, fuera de una manera más fácil, contribuyendo a que esta Hermandad pudiera salir en su desfile procesional de la forma más digna y honrosa posible.

También me gustaría contar de una forma breve cuales han sido mis experiencias en los distintos años. Recuerdo que el primer año, la noche del desfile, cuando estaba en la Iglesia y me encontré con todos los nazarenos, fue un momento muy emotivo cuando me dirigí por primera vez a los penitentes. Después, durante el desfile procesional, me di verdadera cuenta de la importancia que tenía el recorrido penitencial, cuando hubo que afrontar las primeras vicisitudes.

Otro de los hechos que recuerdo con más cariño, es el apoyo y las ganas de colaborar que la juventud de esta Hermandad siempre ha demostrado. Una de las pretensiones que siempre he tenido era la de ilusionar a la juventud para que en un futuro no muy lejano ellos continúen la labor que nosotros hacemos. Mi recompensa ha sido, poder ver como la mayoría de ellos estaban conmigo sólo unos años porque rápidamente pasaban a ser hermanos horquilleros, cosa que por un lado me llenaba de satisfacción, por ver que sentían a nuestra Virgen y que por otro, egoístamente, me abandonaban unos tras otros, teniendo que reorganizarlo todo año tras año.

Una de las experiencias más tristes por la que tuve que pasar fue en el año 1996 cuando, debido a la lluvia, no pudimos realizar el acto penitencial por las calles de Ronda. Especialmente duro fue el tener que dirigirme a los nazarenos para comunicarles tan difícil decisión, dándome realmente cuenta de lo que significa para ellos esta Hermandad. A este hecho se le unía la gran ilusión que todos teníamos por mostrar a nuestra Titular la nueva Casa de Hermandad por la que tanto se había luchado, y que tuvo que esperar un año más.

Ya para despedirme, sólo quiero agradecerle a todas las personas, que de una o de otra manera me han ayudado, y que no voy a nombrar porque seguro que se me olvidará alguien y no es esa mi intención, les deseo la mayor de las suertes a mí sucesor, y aunque no haga falta decirlo, comunicarle que cuenta con todo mi apoyo. Sólo me cabe pedir a aquellos que me ayudaron, que lo sigan haciendo con toda la ilusión con la que me ayudaron a mí.

Gracias.

José Luis García Orozco
Fiscal desde 1989 hasta 1997

Trayectoria de un Nazareno

A mis sesenta años me pongo a recordar lo que ha sido nuestra Hermandad para mí.

Desde muy pequeño, y siempre de la mano de mis padres, viví lo que era la Semana Santa. Muy pronto mi ilusión fue participar en su recorrido por las calles de Ronda.

Mis principios fueron de monaguillo, después pasé a hermano de fila, con sólo mi vela como muchos más; hasta que me llegó la túnica ‑no os podéis figurar lo que yo sentí‑. Pero duró poco tiempo, pues debido a la enfermedad de mi padre, muy joven ocupé su sitio en el trono y fui lo que todos queremos ser: Horquillero. Fueron muchos años en los cuales ya participaba como vocal en la junta de Gobierno. Pero hay que decir que, incluso poniendo todo mi afán, las reuniones, donde nunca acudíamos más de cuatro, no me las tenía muy claras. Al llegar la semana que todos esperábamos, ya estaba todo hecho, y yo me preguntaba cuál era mi participación. Un día, se presenta el Hermano Mayor diciéndome que yo tenía que ser Capataz de Paso. Mi confusión fue mayúscula, pero con todos mis temores lo fui. Desde aquel momento ya fue mi mayor participación y mi ilusión en tan querida Hermandad.

Vinieron peores tiempos y se fue enfriando la convivencia de la Hermandad llegando el momento, como no podía ser de otra forma, de la dimisión de toda la junta. Faltaban tan sólo cuarenta días para nuestra Semana Mayor, por lo que fue una gran sorpresa para propios y extraños. Desde aquellos momentos las prisas de un grupo de hermanos fueron enormes, pues no imaginamos nunca que aquel año podíamos quedarnos sin sacar en procesión a nuestra titular como de costumbre. Tras continuas reuniones, decidimos una junta de emergencia. Celebrar los Cultos y salir, no lo quiero ni recordar.

Al fin lo conseguimos y pasada la Semana Santa y los agobios, me puse a recordar pasado y presente, dándome cuenta de que no fue fruto de la suerte, que mis muchos años de convivencia en hermandad estaban dando sus frutos. También comprendí que una Hermandad no es cosa de tres personas, ya lo tenía yo muy claro, lo primero era formalizar una junta de personas responsables con la única misión de trabajar y trabajar... Pues no consiste sólo en salir el día que corresponde; una Hermandad es mucho más. Una Hermandad conlleva obras sociales, ayuda al que lo necesita y además debe procesionar decorosamente, lo cual no es tarea fácil.

María Santísima en la Soledad nos iluminó y poco a poco fuimos superándolo y llevando a cabo lo que queríamos, paso a paso, pero sin descanso. De todas formas no fue un camino de rosas, y como en nuestras desavenencias no hablaba tal o cual sino cada uno según el cargo que desempeñaba, al término de las reuniones todos tan contentos ‑misión cumplida‑. A pesar de ello y contra nuestra voluntad fueron cayendo hermanos, que comprendieron su falta de constancia en momentos determinados y con los cuales hoy seguimos siendo si cabe, más amigos.

Pasados los años sigo creyendo que tenemos que seguir haciendo Hermandad, pero Una para Todos, y tenemos muchos medios para hacerla. Fijaos en "los romeros" que año tras año se van al campo para recoger el romero para nosotros y los demás; después comen, beben y se gastan bromas y ríen hasta la saciedad, eso es Hermandad. No quiero cubrir el espacio que tengo sin recordar a todos los que hicieron posible que llegáramos a los ochenta. También dar las gracias a los que en mis tres legislaturas como Hermano Mayor hicieron posible muchas cosas con su apoyo y mucho trabajo, pues de ahí partió el que la Hermandad ocupe hoy, el sitio donde tiene que estar. Como os daréis cuenta, no doy fechas ni nombres, ya que tengo la seguridad de que ni las fechas serían exactas, ni los nombres, y no quisiera olvidar a nadie.

Sí, me gustaría dejar patente mi reconocimiento a las Hermanas Carmelitas y a nuestro querido y desaparecido Don José Parra. Posiblemente continuaría escribiendo una vez puesto, pero no creo que el espacio lo permita.

Para concluir quisiera que, desde nuestra fe, nunca permitamos que nuestra Soledad esté sola.



Antonio Cabello Ruiz, un hermano.

Carta de la Camarera

Mi vida está marcada por el recuerdo que tengo de mi infancia, con la llegada a Ronda y a casa de mis padres de la imagen de la Virgen. Mis padres acordaron con Sebastián Santos Rojas, prestigioso tallista de primer orden de la imaginería sevillana, escultor entre otros de las conocidísimas cofradías de San Bernardo, Virgen del Refugio, la de la Hermandad de la Pasión, Virgen de la Merced y la Virgen de la Concepción de la cofradía del Silencio, la realización de una imagen de María Santísima en la Soledad para hacer donación de ella a la Hermandad como titular de la misma, ya que esta no contaba con imagen propia. Es una Virgen bellísima de candelero, que como sabemos, indica que es una talla de busto y manos, y mide 175 centímetros de altura. Recuerdo los días de víspera de la llegada de la Santísima Virgen. Todo eran preparativos y una mezcla de curiosidad e impaciencia por tenerla entre nosotros, lo cual suponía un gran honor para todos. El día de su llegada desde Sevilla en octubre de 1952, estábamos en casa esperándola mis padres y abuela, así como la Junta de Gobierno de la Hermandad en pleno, y es de imaginar las caras de asombro de todos al contemplar la maravilla de Virgen que ya teníamos ente nosotros para siempre. Era guapa, fina, dolorosa, natural, madre, era Soledad. Mi padre, Fernando González G. de las Cortinas fue nombrado Hermano Mayor de Honor el 1 de junio de 1952, y mi madre Consuelo Caballero, Camarera de la Virgen el día 19 de octubre de 1952, siendo el director espiritual de la Hermandad el Vicario Arcpte. Rvdo. Don Rafael Jiménez Cárdenas. Las Madres Carmelitas le habían hecho un vestido para su traslado de Sevilla a Ronda y en días sucesivos a su llegada fueron preparándole en mi casa toda la indumentaria necesaria para su presentación oficial en la iglesia de la Merced.

Uno de los vestidos, destinados para la salida procesional, era de terciopelo negro así como el manto traído de Barcelona, y lo confeccionó la modista Josefa Medrano. Los vestidos eran todos muy sencillos y austeros. La corona era un aro plateado con doce estrellas, y el puñal también de plata repujado en Córdoba. Fue trasladada definitivamente a la iglesia de la Merced, Convento de las Madres Carmelitas Descalzas, donde con tanto amor cuidan de ella y recibe culto como titular de la Hermandad. El día 24 de enero de 1953 se celebró su bendición y se le tributaron los primeros cultos con un septenario a cargo del P. Dominico del convento de Córdoba D. Francisco J. Moreno. Tenemos que agradecer a la Congregación de las Carmelitas Descalzas la acogida en su templo, así como sus rezos por todos los hermanos y apoyo en tantas ocasiones, con la mejor voluntad para el esplendor de la Virgen.

Cuando llegaba el tiempo de Semana Santa se notaba especialmente, pues era un ir y venir una cosa u otra, como por ejemplo, las flores que de Málaga habían venido la noche antes, o los enseres del trono desmontado y guardado aquí durante varios años, luego en la calle La Ermita, hasta que por fin la Hermandad consigue tener su casa en propiedad. Llegado por fin el día de la ornamentación del paso, era un hervidero de hermanos tratando de ayudar en algo, como podrá recordar nuestro cofrade y amigo Salvador Moreno que con tanto agrado y respeto ayudó siempre a mi madre en la colocación de las flores. Tengo un especial recuerdo del activo Secretario de la Hermandad y posteriormente Hermano Mayor D. Miguel Palma Rodríguez tan cercano a mis padres, así como de D. Salvador Velasco, y de otros hermanos más, que tenemos presentes aunque no recuerdo nombres, pues su interés era humildemente amar a la Soledad, sin más, casi nada. No puedo olvidar por supuesto a D. José Parra Grossi fiel devoto de nuestra Virgen. Los últimos años yo ayudaba a mi madre de la que aprendí poco a poco a vestir y adornar a la Virgen y, a su fallecimiento, y por acuerdo de la Junta fui nombrada con gran honor por mi parte Camarera de la Virgen de la Soledad el día 20 de octubre de 1990. Desde dicho día y cada año recibo ayuda de mis hijas en el arreglo de la Virgen y en la ornamentación del paso, cuento siempre con la colaboración de varias hermanas muy eficaces, las cuales además han confeccionado un vestido para Ella en la casa de Hermandad. La labor desarrollada por las distintas Juntas de Gobierno trascurridas desde su creación, han hecho posible que la actual Junta recoja como premio a su fructífera labor la celebración de los actos del cincuentenario.

La Camarera
María Fernanda González Caballero

Vivencia de una Semana Santa

Entre mi fe y tú recuerdo:

Todo estaba preparado, las luces de los cirios encendidas, los nazarenos preparados para comenzar a andar.

Todo estaba dispuesto, los horquilleros en su sitio esperando el toque del capataz, como un hermano más entre el varal, me sentía conmovido al ver a mi alrededor tantas caras conocidas.

Entre saludo y saludo, levanté la mirada y vi a mi Soledad Me sentí, como alucinado; La vi: Más bonita que nunca, se salía de su belleza.

Pese a su pena, qué bonita estaba mi virgen, esperaba nuestra visita anual.

Yo, la miraba y me decía; ‑ "Que belleza más pura y limpia", resaltaba de esos pómulos bañados por las lágrimas aquella mirada serena y sosegada, me cautivó de tal manera, que mi corazón se abrió a su amor.

Un pecador como yo, no podía imaginar como una simple mirada, me pudiese cautivar. Me despertó de aquella hipnosis, un duro golpe de campana.

‑"Todos en sus puestos"‑ Gritó el capataz,

‑ “Vamos a salir a la calle" Embriagado por el olor a romero y de flores del paso, se oyó‑ “Vamos a la calle con ella" y se oían las voces de los horquilleros: “cuidado con esa esquina", “echémosla a los brazos" bajando los escalones, se oían palmas a rabiar; ‑“Viva la Soledad"‑ Gritaban.

Ya estábamos en la calle, y detrás de mi antifaz, oía a las mujeres que decían: "Mira que bonita va,' 'cuántas flores lleva", qué cara tan bonita tiene". Qué corona, que manto tan bonito. Este horquillero, no cabiendo en sí de gozo y embriagado por tantos piropos hacia su virgen, llora por dentro de emoción.

Comienza el recorrido penitencial, al toque de campana se escucha una voz que dice: "Llevémosla despacito", como si no quisieran regresar.

Al son del tambor, se escucha una garganta, describiendo una saeta entre sollozo y gemido. El capataz, para el paso, y al pararlo no lo bajan de sus hombros, los horquilleros queremos mecerla.

Continuamos el paso, pero despacito, como mimándola al andar, se escucha una voz: ‑"Cómo vamos capataz", el capataz responde: ‑"De dulce, de dulce nos sabe el camino, y no queremos llegar.

Exhaustos por el cansancio los hombros ensangrentados y el cuerpo sudoroso, se oye: ‑ a estamos llegando", Qué, pronto ha pasado todo.

El capataz; para el paso, más que por descansar, por no encerrarnos muy pronto.

Entre contemplación y silencio, al suspirar del cansancio, unos "Olés" de gracias al saetero.

Continuando el paso, estamos llegando al templo.

La puerta está abarrotada de público, mientras estamos llegando, y pensando en la subida.

Por mi mente, pasa todo el recorrido penitencial, y los momentos vividos.

Cuánta emoción por las venas, al llegar a la escalera del templo.

El público está esperando la subida de la Virgen, se encienden las antorchas, y sobre las escaleras, una fila de nazarenos nos escoltan.

Suena la campana; Llega el momento cumbre, ‑“Vamos, un último esfuerzo" Entre gritos de "Olés" y palmas llegamos hasta arriba, con nuestro último aliento, recogemos a nuestra Virgen, entre palmas y alegrías, ‑ “viva la Soledad" se oye, es un rugido con fuerza.

Este horquillero, que se sube el antifaz y entre felicitaciones, recoge unas cuantas flores, levanta la mirada y ve a su Virgen feliz. Con un "hasta el año que viene" , se va despidiendo de todos, mientras regresa a casa, recuerda aquellos momentos grabados en su mente, que dejan huella imborrable, y pensando está en volver.

José María Tirado Ramos

Poemas a Nuestra Señora: Plegarias a la Soledad

Si la luna está tan alta, SOLEDAD

por debajo pasa el río, SOLEDAD

por debajo pasa el río

de Tu dulce poderío

dominando la Ciudad.



Si la noche fuese día, SOLEDAD

con más soles no contara, SOLEDAD

con más soles no contara

que esos ojos de Tu Cara

que me llenan de piedad.



Si la pena te acongoja, SOLEDAD

y por dentro te maltrata, SOLEDAD

si la pena te maltrata

Tú la vistes de oro y plata

derrochando majestad.



Soledad de negro y oro, SOLEDAD

Soledad de Viernes Santo, SOLEDAD

en los pliegues de tu manto

se te parten de quebranto

alma, vida y voluntad.



Cuando digo que soy tuyo, SOLEDAD

es que al verte me embeleso, SOLEDAD

es que al verte me embeleso

y al decírtelo no expreso

la mitad de la mitad.



Que llorar como Tú lloras SOLEDAD

nadie llora en este mundo SOLEDAD

nadie llora en este mundo

con un gesto tan Profundo

de dolor y suavidad.



Los varales te sostienen SOLEDAD

y te besa la saeta SOLEDAD

y te besa la saeta

esa limpia violeta

de Tu duelo en libertad.



En el clavo de Tus manos SOLEDAD

y en la cuna del pañuelo SOLEDAD

y en la cuna del pañuelo

se te duermen tierra y cielo

sin espacio y sin edad.



Árboles de la Alameda, contemplad

y a los parques de la Gloria, avisad

que la Reina que me en gloria

tiene un trono en la Merced

y se llama SOLEDAD. SOLEDAD.

SOLEDAD.

Yo fui Mayordomo

Año 1955, comienza mi vivencia como cofrade solo tenía cuatro años. Mi padre con satisfacción y alegría le dice a mi madre "Antonia, hazle al niño una túnica y una capita que quiero que salga el Viernes Santo". Mi madre muy preocupada le dice, "Miguel no crees que es muy pequeño, bueno para que no se canse mucho, lo retiras en el Monte de Piedad", dijo mi padre. Viernes Santo, 11 de la noche calle Lauría andando pausadamente por mi edad, con mucha ilusión y asustado me dirijo a la Iglesia de la Merced acompañado de otro chico llamado Miguel León, que por cierto falleció el año 1998. La foto es testigo de la incipiente pareja de Hermanos.

Pasaron los años, mi interés por la Hermandad se arraigaba cada día más: en mi casa se vivía mucho la Semana Santa, por motivos de la edad esas Semanas Santas iban siendo diferentes. Teniendo aproximadamente 14 años mi padre me comentó qué si quería pertenecer a la junta en la vocalía de filas, y le dije con alegría que sí, para ello me rodeo de amigos míos que me ayudan en todo; un Viernes Santo tuvimos problema a la hora de salir porque no se habían presentado los suficientes horquilleros y tuvimos que cortarnos los capirotes para amoldarlos a los cortos y nos pusimos todos en la parte de atrás del paso.

Tras el paso de los años llegamos a 1972, año desagradable en mi familia: mi padre decide dimitir como Mayordomo. Al año siguiente me llama Cristóbal González Conde, "Tobaliato" para comentarme si a mi me interesaba seguir la tradición de Mayordomo en la Hermandad, yo le dije que era muy joven y sin experiencia alguna, pero que si se rodeaba de algunos hermanos más, me tenía a su disposición para lo que quisiera. Se hizo cargo una junta Rectora dirigida por José María León Cordón.

Yo estuve un año aproximadamente con esta junta, y en el año 1974 me hice cargo como Mayordomo, ya que el cargo de Hermano Mayor lo tenía D. Femando González Gómez de las Cortinas.

En mi mandato tuve que cambiar varias veces de componentes de Junta y puedo recordar a personas que me ayudaron mucho como, José Manuel García de la Vega, Francisco y Roque Bullón Ramos, José María y Alfredo León Cordón, Juan y José del Pino Terroba Salvador Moreno Durán, Enrique Román García, Cristóbal González Naranjo, José María Tirado .... y algunos más que ahora mismo no recuerdo y que ruego me perdonen por no nombrarlos.

Los tiempos fueron difíciles porque la Hermandad económicamente estaba mal, pero por mi juventud y las ganas de hacerlo bien tuve que afrontarlos y empezar a trabajar por el bien de una Hermandad que yo pensaba que tenía que tener su sitio en nuestra Semana Santa Rondeña. Tuvimos que arreglar todo el interior del paso que estaba muy deteriorado: dorados, tulipas, molduras, hacer túnicas nuevas y capas y arreglo de faldones. Visitamos uno por uno todos los hermanos Horquilleros para facilitarle el carnet con el número y sitio que se le había designado.

Pasaron los años y como la Hermandad seguía teniendo falta de dinero pensamos en hacer Hermano Mayor Honorario ala Hermandad de Empleados de Caja de Ahorros de Ronda, "Sagrada Familia", cuyo Presidente era D. Juan Luis de la Rosa Moreno, que accedió gustosamente; una vez efectuado este nombramiento le hicimos llegar a D. Juan Luis la ilusión que teníamos de tener una casa Hermandad.

Un lunes, 8'30 de la mañana, lo recuerdo muy bien, me llama al despacho D. Juan Luis y me dice que una compañera llamada María de la Paz Gamero tenía una cochera en Castillo del Laurel que quería vender; yo entusiasmado tuve una reunión con la Junta de Gobierno para comunicarle que podíamos comprarla y que la Hermandad "Sagrada Familia" nos ayudaría a pagar, tuvimos que sacar un préstamo a bajo interés que nos dio la Caja de Ahorros de Ronda.

Esta cochera nos sirvió para guardar los enseres de la Hermandad que hasta este momento los teníamos repartidos en varios sitios, la junta siguió trabajando por el bien de la Hermandad y para cumplir el compromiso contraído por el préstamo.

Cada año que pasaba me costaba más mantenerme en el cargo, porque año tras año se quemaba uno más y las ideas se terminaban y me sentía cansado, y la Hermandad necesitaba un cambio, tanto de persona como de mentalidad, por lo tanto, tuve que presentar mi dimisión como Mayordomo el día 4 de Febrero de 1988 en cabildo ordinario con carácter irrevocable. Me mantuve en el cargo aproximadamente unos 14 años, mandé una carta a todos los hermanos y hay un párrafo que dice. "Han pasado 14 años desde que me hice cargo de la misma y desde este tiempo ha habido de todo, ratos buenos y malos, alegrías, problemas, pero todo presidido por mi cariño a nuestra Señora en la Soledad, pienso que es tiempo de relevo y de ahí mi dimisión: lo hago por el bien de la Hermandad, hago un llamamiento a todos los Hermanos para que, entre todos, continuemos en la hermosa tarea que nos propusimos el día que ingresamos en la Hermandad, y si saliera un nuevo Hermano Mayor contará con mi apoyo en lo que necesite". Como podéis figurar por estas letras mi sentimiento y mi corazón estaba dolido y triste.

En la Semana Santa del 198 8, la junta rectora, encabezada por Antonio Cabello, se hizo cargo de la misma en compañía de algunos hermanos que le ayudaron, la Hermandad económicamente estaba bien Gracias a Dios, aunque tengo que aclarar que seguíamos debiendo un préstamo por la cantidad aproximada de 478.000 ptas., que a mí no me preocupó ya que le dejaba el patrimonio de la cochera antes mencionada, que se valoró en 2.100.000 ptas., cantidad que hicieron efectiva al venderla y pagar el dicho préstamo, por lo tanto, como he dicho antes la Hermandad gozaba de muy buena salud económica.

Yo seguía ayudando en la venta de loterías y en lo que esa junta me pidiera. En el año 1992 el Hermano Mayor Antonio Cabello me preguntó que si quería pertenecer a la junta y accedí gustosamente, ya que mi persona seguía teniendo el gusanillo cofrade. Sigo vinculado a la Hermandad con el cargo de vicetesorero y Relaciones Públicas, siendo Hermano Mayor Manuel Gazaba Gil, persona que admiro y estimo y del que me considero un gran amigo; gracias a él y a la junta de Gobierno fui nombrado representante por la Hermandad en la Agrupación de Hermandades y Cofradías, y en enero de 1998 fui elegido Presidente por el voto unánime de dicha agrupación.

Si hay algo de lo que me siento orgulloso, aparte de mi mujer y mis hijos, y lo digo de corazón, es de haber pertenecido a esta Hermandad que quiero ­y seguiré queriendo con toda mi alma.

Antonio Palma Cabrera

MI SENTIMIENTO

Semana Santa de Ronda

que desde niño sentí;

hechizo encarnado en mí

como el sarmiento en la cepa:

cuando a mi ser ya no quepa

cantarte cual hago en vida,

porque mi vida, vencida,

esté próxima a expirar

te musitaré al marchar: "Semana Santa querida”.

La Virgen de la Soledad: Cincuenta Años junto a las Carmelitas Descalzas en la Iglesia de la Merced.

Me piden los hermanos de la Soledad que cuente mis recuerdos, y los de la comunidad, sobre la Hermandad. Será con cariño que todas heredamos de Madre María de Cristo, que era la Priora en los años en que la Hermandad se empezó a organizar.
Ella los alentó, ella prestó los velos grandes de las monjas para hacer los faldones del trono...
Ella dejó que la imagen de la merced, por la que sentía delirio, se transformara en Soledad en el gran día del Viernes Santo poniéndole unas lágrimas, de cera, que de hecho estropearían su agraciado rostro.
Madre María de Cristo veía con gozo que su Virgen de la Merced bajara de la altura donde presidía en su iglesia (entonces no tenía camarín) dejara su niño al cuidado de la sacristana, tomara el sencillo manto negro y se vistiera de Soledad.

La veía unida al dolor de su Hijo y también al de los hijos que engendró al pie de la Cruz para consolarlos a todos.
Era la Madre de la Merced, que en su soledad se unía a tantas almas que en soledad gustan, beben y saborean el cáliz del Señor y junto a Él y junto a su Madre, sienten consuelo pues ya no están solos; tienen a un Madre y a Jesús que les llenan el vacío dejado por la ausencia de sus seres queridos, la pérdida de la salud, la incomprensión de los que le rodean o mil cosas más.

Madre María de Cristo vibraba con la procesión de la Virgen de la Soledad; la despedía al salir y se quedaba en el coro en oración hasta que la virgen volvía a su iglesia.
El entusiasmo de los rondeños por la virgen le hace olvidar los trabajos que la comunidad realiza con generosidad: quitar cera, lavar y planchar túnicas y capas, hacer otras nuevas y... buscar sitio para guardar los enseres de la procesión...
Cómo disfrutaron Madre María de Cristo y la Comunidad al ver la nueva Imagen de la Virgen, tan digna y tan preciosa. Se le confecciono un vestido para traerla y luego estando aquí, el manto. Para ello se la entró en la clausura, la Madre la miraba y no se cansaba de agradecer a D. Fernando González y Gómez de las Cortinas, Hermano Mayor de Honor, y a su señora Doña Consuelo Caballero y familia el gran regalo que habían hecho a la iglesia y a la Hermandad con la Virgen.
Doña Consuelo, además de ser la Camarera de la Virgen, se prestaba para ponernos el monumento el Jueves Santo. Lo hacía con gusto y de su casa traía cuanto ella veía que podía realzarlo.
Ahora son los hermanos los que siguen, pues parte de las flores que adornan ese día el Santísimo Sacramento son regalos de la Hermandad.
Año tras año hemos seguido en contacto con la Camarera: primero Doña Consuelo y ahora su hija Doña María Fernanda y somos testigos de la dedicación e interés que pone en que la Virgen salga bien preparada, cada año distinta. Ella reclama el visto bueno de las monjas, que hasta 1992, tras las rejas del locutorio, veíamos el cariño y el mimo con que la arreglaba.
Una gozada para las monjas es cuando terminado de arreglar el paso, y todos se han ido, vamos a verlo y a admirar la belleza de la Virgen y el gusto con que lo han arreglado.
Aquí se aprecia el sacrificio de todos y particularmente nos admira Soledad Barceló Pinzón, que viene desde Madrid aunque sean unas horas para ayudar a poner las flores en el trono.
En el convento bien nos acordamos por esos días de la Semana Santa: "Que hay que guardar pan rondeño, que viene Soledad".
Cuando se casó regaló su vestido de novia y el año pasado nos trajo a su bebé.
Hemos sido testigos en estos cincuenta años de como los hermanos han ido superándose y superando las dificultades y granito a granito ir realizando y haciendo posible lo que ahora disfrutan.

Cómo trabajaron los pioneros de la Hermandad (Palma y Puya son los nombres que más se oían) y cuanta alegría sentían los monaguillos cuando les regalaron un par de zapatos y los calcetines.

En Navidad vino a vernos uno de ellos y recordaba que a mitad de la procesión se venían volando al convento pues Madre María de Cristo les tenía preparado un bocadillo y, uno a uno, se turnaban para tomarlo.

Otro recuerdo bonito y anual es el triduo a la Virgen. Muchos años fuimos las Carmelitas las que arreglábamos a la Virgen y las flores y las velas, y hasta había un apartado en la sacristía que decía: "velas de la Soledad".

El último domingo de cada mes ponen los hermanos una nota de amor a la Virgen en la Misa Conventual. Ellos se encargan de las moniciones y lecturas, y tiene un sabor especial para todos la Salve que, al final, se canta a los pies de la Madre de la Soledad.
Que bonito los años en que los hijos de los hermanos, hermanos ellos también, le ofrecían las flores a la Virgen y como disfrutaban los niños llevándolas, algunos hasta en brazos de sus madres.

No quiero pasar por alto las parejas de novios que después de la boda vienen a ofrecer el ramo a la Virgen. la Comunidad conserva algunas fotos que ellos regalaron como recuerdo. Es edificante el fervor con que le piden a la Vírgenes su Soledad que los acompañe y bendiga en su unión.

También quedó grabado en nuestro recuerdo el trágico accidente de la familia Palma. Fue un gran sufrimiento que compartimos rezando con ellos.
Cuánto me admiraba, en aquellos primeros años de mi vida religiosa, ver a los hermanos en la Novena de la Merced. Ellos se encargaban de las convocatorias y ayudaban en cuanto podían.
Cincuenta años en contacto con unos hermanos formales, cariñosos, respetuosos con la comunidad y siempre dispuestos a ayudar.
¿Una muestra?
La ayuda que prestaron el día de la presentación del libro de la Mano de Santa Teresa de Jesús, ¡Inapreciable! Como se lo agradecimos.
No podemos hablar de la Soledad, sin acordarnos de la figura entrañable de Nuestro Capellán, Monseñor Don José Parra Grossi, que no perdonó sacrificio para presidir la Procesión, y ya mayor y delicado, seguía detrás de la Virgen. En los últimos años, cuando formalmente su médico, D. Jesús Vázquez, se lo prohibía, venía acompañado de Antonia y Salvadora, solamente a presenciar la salida. Era edificante verle en esas noches de frío, con ese fervor y entusiasmo, por la Virgen de la Soledad, y las palabras de fervor que les dirigía a los hermanos antes de salir.
Una anécdota que refleja su amor a la Virgen: cuando se encontraba que a la Virgen la habían bajado, él se acercaba y le daba un beso.

En fin, siempre hemos encontrado en la Hermandad y en el hermano Mayor de turno, que la ha representado: amor, sinceridad, servicio. Así que desde el Carmelo del Corazón Eucarístico de Jesús de Ronda, ¡Enhorabuena! por estos cincuenta años y a seguir trabajando buscando el "Reino de Dios y su Justicia". Honor a la Virgen en su Soledad. El bien de todos. que lo demás se nos dará por añadidura.


Hermana María de la paz
i.c.d.

sábado, 15 de marzo de 2008

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