domingo, 16 de marzo de 2008

Cuarenta años a los pies de María Santísima en la Soledad

En aquel lejano 1960, el por entonces capataz de paso D. Cristóbal León Avilés me dijo, en la visita que cada mañana de Viernes Santo hacia con mi padre a la Iglesia de la Merced para ver a Ntra. Señora, que desde ese momento iba a ser horquillero de ella.

La alegría me desbordada yo era un chaval de catorce años que podía decir con orgullo que iba a portar en su hombro a su amada Virgen en su Soledad. Pertenezco a esta Hermandad desde su refundación, pues me hizo hermano, cuando era muy pequeño, mi tío político Juan León Avilés, uno de los primeros hermanos de la Hermandad.

Al llegar a ser horquillero conseguí mi máxima aspiración en la Hermandad, pero, con el paso del tiempo, fui elegido para desempeñar el mejor cargo que se le puede asignar a una persona que ha estado siempre en el trono; ser capataz de paso y con ello tener el honor y la suerte de ser el único hermano que durante toda la procesión va mirando la cara de Ntra. Señora.

En estos cuarenta años, han ocurrido infini­dades de anécdotas y sería interminable relatarlas to­das, desde el año que salimos un sábado a las cuatro de la tarde, hasta un año que subió un horquillero a encender una vela, el capataz no se dio cuenta, y sali­mos andando con el hermano encima del trono junto a La Virgen, o un tambor que se dormía durante la procesión, u otro que se equivocaba de recorrido, etc.

El momento de mayor emoción del Viernes Santo rondeño, es sin lugar a dudas la Salida y Entrada de nuestra Venerable Hermandad; ésta se acentúa a la entrada debido a las escaleras y a la estrechez de la puerta de la Iglesia de la Merced, sumándose a ello el cansancio natural de los horquilleros después de efectuar todo el recorrido, con el recogimiento, devoción, y amor que todos ellos muestran a nuestra titular.

En ese momento, cuando el Trono de Ntra. Señora se vuelve para mirar a quiénes allí se congregan, es ahí cuando se termina el cansancio, y al toque de la campana por el capataz, con las bengalas encendidas, algún horquillero, en ésos momentos de fervor y emoción, lanza un Viva a Nuestra Muy Querida Madre, que es coreado por todos los presentes, que parece que ayudan a subirla con el aliento y el cariño que nos dispensan, y es ahí cuando nos parece que el Trono pesa menos.

En nuestra Hermandad, tenemos la gran suerte de que casi todos los horquilleros que se van incorporando al trono son hijos o nietos de aquellos primeros horquilleros la mayoría ya desaparecidos, pero que cada Viernes Santo no faltan a la cita acompañando a su Virgen. Actualmente tenemos la tercera generación de horquilleros de las familias León, Tirado, Ruiz, Cabello, etc. De las cuales, lo fueron sus abuelos, después sus padres y ahora son sus nietos.

En otras familias se ha pasado el relevo directamente de abuelos a nietos. También hay familias con varios hermanos en el trono, como los Serrano Cordón, Ruiz Chávez, Reina, del Pino, García, Nieto, Orozco... etc. Este capataz que ha tenido el honor de salir con los abuelos y padres, ahora tiene la gran suerte de llevar en el trono a sus hijos y nietos.

Juan Orozco Canto. Capataz de Paso.

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