Busqueda

domingo, 16 de marzo de 2008

Carta de la Camarera

Mi vida está marcada por el recuerdo que tengo de mi infancia, con la llegada a Ronda y a casa de mis padres de la imagen de la Virgen. Mis padres acordaron con Sebastián Santos Rojas, prestigioso tallista de primer orden de la imaginería sevillana, escultor entre otros de las conocidísimas cofradías de San Bernardo, Virgen del Refugio, la de la Hermandad de la Pasión, Virgen de la Merced y la Virgen de la Concepción de la cofradía del Silencio, la realización de una imagen de María Santísima en la Soledad para hacer donación de ella a la Hermandad como titular de la misma, ya que esta no contaba con imagen propia. Es una Virgen bellísima de candelero, que como sabemos, indica que es una talla de busto y manos, y mide 175 centímetros de altura. Recuerdo los días de víspera de la llegada de la Santísima Virgen. Todo eran preparativos y una mezcla de curiosidad e impaciencia por tenerla entre nosotros, lo cual suponía un gran honor para todos. El día de su llegada desde Sevilla en octubre de 1952, estábamos en casa esperándola mis padres y abuela, así como la Junta de Gobierno de la Hermandad en pleno, y es de imaginar las caras de asombro de todos al contemplar la maravilla de Virgen que ya teníamos ente nosotros para siempre. Era guapa, fina, dolorosa, natural, madre, era Soledad. Mi padre, Fernando González G. de las Cortinas fue nombrado Hermano Mayor de Honor el 1 de junio de 1952, y mi madre Consuelo Caballero, Camarera de la Virgen el día 19 de octubre de 1952, siendo el director espiritual de la Hermandad el Vicario Arcpte. Rvdo. Don Rafael Jiménez Cárdenas. Las Madres Carmelitas le habían hecho un vestido para su traslado de Sevilla a Ronda y en días sucesivos a su llegada fueron preparándole en mi casa toda la indumentaria necesaria para su presentación oficial en la iglesia de la Merced.

Uno de los vestidos, destinados para la salida procesional, era de terciopelo negro así como el manto traído de Barcelona, y lo confeccionó la modista Josefa Medrano. Los vestidos eran todos muy sencillos y austeros. La corona era un aro plateado con doce estrellas, y el puñal también de plata repujado en Córdoba. Fue trasladada definitivamente a la iglesia de la Merced, Convento de las Madres Carmelitas Descalzas, donde con tanto amor cuidan de ella y recibe culto como titular de la Hermandad. El día 24 de enero de 1953 se celebró su bendición y se le tributaron los primeros cultos con un septenario a cargo del P. Dominico del convento de Córdoba D. Francisco J. Moreno. Tenemos que agradecer a la Congregación de las Carmelitas Descalzas la acogida en su templo, así como sus rezos por todos los hermanos y apoyo en tantas ocasiones, con la mejor voluntad para el esplendor de la Virgen.

Cuando llegaba el tiempo de Semana Santa se notaba especialmente, pues era un ir y venir una cosa u otra, como por ejemplo, las flores que de Málaga habían venido la noche antes, o los enseres del trono desmontado y guardado aquí durante varios años, luego en la calle La Ermita, hasta que por fin la Hermandad consigue tener su casa en propiedad. Llegado por fin el día de la ornamentación del paso, era un hervidero de hermanos tratando de ayudar en algo, como podrá recordar nuestro cofrade y amigo Salvador Moreno que con tanto agrado y respeto ayudó siempre a mi madre en la colocación de las flores. Tengo un especial recuerdo del activo Secretario de la Hermandad y posteriormente Hermano Mayor D. Miguel Palma Rodríguez tan cercano a mis padres, así como de D. Salvador Velasco, y de otros hermanos más, que tenemos presentes aunque no recuerdo nombres, pues su interés era humildemente amar a la Soledad, sin más, casi nada. No puedo olvidar por supuesto a D. José Parra Grossi fiel devoto de nuestra Virgen. Los últimos años yo ayudaba a mi madre de la que aprendí poco a poco a vestir y adornar a la Virgen y, a su fallecimiento, y por acuerdo de la Junta fui nombrada con gran honor por mi parte Camarera de la Virgen de la Soledad el día 20 de octubre de 1990. Desde dicho día y cada año recibo ayuda de mis hijas en el arreglo de la Virgen y en la ornamentación del paso, cuento siempre con la colaboración de varias hermanas muy eficaces, las cuales además han confeccionado un vestido para Ella en la casa de Hermandad. La labor desarrollada por las distintas Juntas de Gobierno trascurridas desde su creación, han hecho posible que la actual Junta recoja como premio a su fructífera labor la celebración de los actos del cincuentenario.

La Camarera
María Fernanda González Caballero
Leer noticia completa...

Vivencia de una Semana Santa

Entre mi fe y tú recuerdo:

Todo estaba preparado, las luces de los cirios encendidas, los nazarenos preparados para comenzar a andar.

Todo estaba dispuesto, los horquilleros en su sitio esperando el toque del capataz, como un hermano más entre el varal, me sentía conmovido al ver a mi alrededor tantas caras conocidas.

Entre saludo y saludo, levanté la mirada y vi a mi Soledad Me sentí, como alucinado; La vi: Más bonita que nunca, se salía de su belleza.

Pese a su pena, qué bonita estaba mi virgen, esperaba nuestra visita anual.

Yo, la miraba y me decía; ‑ "Que belleza más pura y limpia", resaltaba de esos pómulos bañados por las lágrimas aquella mirada serena y sosegada, me cautivó de tal manera, que mi corazón se abrió a su amor.

Un pecador como yo, no podía imaginar como una simple mirada, me pudiese cautivar. Me despertó de aquella hipnosis, un duro golpe de campana.

‑"Todos en sus puestos"‑ Gritó el capataz,

‑ “Vamos a salir a la calle" Embriagado por el olor a romero y de flores del paso, se oyó‑ “Vamos a la calle con ella" y se oían las voces de los horquilleros: “cuidado con esa esquina", “echémosla a los brazos" bajando los escalones, se oían palmas a rabiar; ‑“Viva la Soledad"‑ Gritaban.

Ya estábamos en la calle, y detrás de mi antifaz, oía a las mujeres que decían: "Mira que bonita va,' 'cuántas flores lleva", qué cara tan bonita tiene". Qué corona, que manto tan bonito. Este horquillero, no cabiendo en sí de gozo y embriagado por tantos piropos hacia su virgen, llora por dentro de emoción.

Comienza el recorrido penitencial, al toque de campana se escucha una voz que dice: "Llevémosla despacito", como si no quisieran regresar.

Al son del tambor, se escucha una garganta, describiendo una saeta entre sollozo y gemido. El capataz, para el paso, y al pararlo no lo bajan de sus hombros, los horquilleros queremos mecerla.

Continuamos el paso, pero despacito, como mimándola al andar, se escucha una voz: ‑"Cómo vamos capataz", el capataz responde: ‑"De dulce, de dulce nos sabe el camino, y no queremos llegar.

Exhaustos por el cansancio los hombros ensangrentados y el cuerpo sudoroso, se oye: ‑ a estamos llegando", Qué, pronto ha pasado todo.

El capataz; para el paso, más que por descansar, por no encerrarnos muy pronto.

Entre contemplación y silencio, al suspirar del cansancio, unos "Olés" de gracias al saetero.

Continuando el paso, estamos llegando al templo.

La puerta está abarrotada de público, mientras estamos llegando, y pensando en la subida.

Por mi mente, pasa todo el recorrido penitencial, y los momentos vividos.

Cuánta emoción por las venas, al llegar a la escalera del templo.

El público está esperando la subida de la Virgen, se encienden las antorchas, y sobre las escaleras, una fila de nazarenos nos escoltan.

Suena la campana; Llega el momento cumbre, ‑“Vamos, un último esfuerzo" Entre gritos de "Olés" y palmas llegamos hasta arriba, con nuestro último aliento, recogemos a nuestra Virgen, entre palmas y alegrías, ‑ “viva la Soledad" se oye, es un rugido con fuerza.

Este horquillero, que se sube el antifaz y entre felicitaciones, recoge unas cuantas flores, levanta la mirada y ve a su Virgen feliz. Con un "hasta el año que viene" , se va despidiendo de todos, mientras regresa a casa, recuerda aquellos momentos grabados en su mente, que dejan huella imborrable, y pensando está en volver.

José María Tirado Ramos
Leer noticia completa...

Poemas a Nuestra Señora: Plegarias a la Soledad

Si la luna está tan alta, SOLEDAD

por debajo pasa el río, SOLEDAD

por debajo pasa el río

de Tu dulce poderío

dominando la Ciudad.



Si la noche fuese día, SOLEDAD

con más soles no contara, SOLEDAD

con más soles no contara

que esos ojos de Tu Cara

que me llenan de piedad.



Si la pena te acongoja, SOLEDAD

y por dentro te maltrata, SOLEDAD

si la pena te maltrata

Tú la vistes de oro y plata

derrochando majestad.



Soledad de negro y oro, SOLEDAD

Soledad de Viernes Santo, SOLEDAD

en los pliegues de tu manto

se te parten de quebranto

alma, vida y voluntad.



Cuando digo que soy tuyo, SOLEDAD

es que al verte me embeleso, SOLEDAD

es que al verte me embeleso

y al decírtelo no expreso

la mitad de la mitad.



Que llorar como Tú lloras SOLEDAD

nadie llora en este mundo SOLEDAD

nadie llora en este mundo

con un gesto tan Profundo

de dolor y suavidad.



Los varales te sostienen SOLEDAD

y te besa la saeta SOLEDAD

y te besa la saeta

esa limpia violeta

de Tu duelo en libertad.



En el clavo de Tus manos SOLEDAD

y en la cuna del pañuelo SOLEDAD

y en la cuna del pañuelo

se te duermen tierra y cielo

sin espacio y sin edad.



Árboles de la Alameda, contemplad

y a los parques de la Gloria, avisad

que la Reina que me en gloria

tiene un trono en la Merced

y se llama SOLEDAD. SOLEDAD.

SOLEDAD.
Leer noticia completa...

Yo fui Mayordomo

Año 1955, comienza mi vivencia como cofrade solo tenía cuatro años. Mi padre con satisfacción y alegría le dice a mi madre "Antonia, hazle al niño una túnica y una capita que quiero que salga el Viernes Santo". Mi madre muy preocupada le dice, "Miguel no crees que es muy pequeño, bueno para que no se canse mucho, lo retiras en el Monte de Piedad", dijo mi padre. Viernes Santo, 11 de la noche calle Lauría andando pausadamente por mi edad, con mucha ilusión y asustado me dirijo a la Iglesia de la Merced acompañado de otro chico llamado Miguel León, que por cierto falleció el año 1998. La foto es testigo de la incipiente pareja de Hermanos.

Pasaron los años, mi interés por la Hermandad se arraigaba cada día más: en mi casa se vivía mucho la Semana Santa, por motivos de la edad esas Semanas Santas iban siendo diferentes. Teniendo aproximadamente 14 años mi padre me comentó qué si quería pertenecer a la junta en la vocalía de filas, y le dije con alegría que sí, para ello me rodeo de amigos míos que me ayudan en todo; un Viernes Santo tuvimos problema a la hora de salir porque no se habían presentado los suficientes horquilleros y tuvimos que cortarnos los capirotes para amoldarlos a los cortos y nos pusimos todos en la parte de atrás del paso.

Tras el paso de los años llegamos a 1972, año desagradable en mi familia: mi padre decide dimitir como Mayordomo. Al año siguiente me llama Cristóbal González Conde, "Tobaliato" para comentarme si a mi me interesaba seguir la tradición de Mayordomo en la Hermandad, yo le dije que era muy joven y sin experiencia alguna, pero que si se rodeaba de algunos hermanos más, me tenía a su disposición para lo que quisiera. Se hizo cargo una junta Rectora dirigida por José María León Cordón.

Yo estuve un año aproximadamente con esta junta, y en el año 1974 me hice cargo como Mayordomo, ya que el cargo de Hermano Mayor lo tenía D. Femando González Gómez de las Cortinas.

En mi mandato tuve que cambiar varias veces de componentes de Junta y puedo recordar a personas que me ayudaron mucho como, José Manuel García de la Vega, Francisco y Roque Bullón Ramos, José María y Alfredo León Cordón, Juan y José del Pino Terroba Salvador Moreno Durán, Enrique Román García, Cristóbal González Naranjo, José María Tirado .... y algunos más que ahora mismo no recuerdo y que ruego me perdonen por no nombrarlos.

Los tiempos fueron difíciles porque la Hermandad económicamente estaba mal, pero por mi juventud y las ganas de hacerlo bien tuve que afrontarlos y empezar a trabajar por el bien de una Hermandad que yo pensaba que tenía que tener su sitio en nuestra Semana Santa Rondeña. Tuvimos que arreglar todo el interior del paso que estaba muy deteriorado: dorados, tulipas, molduras, hacer túnicas nuevas y capas y arreglo de faldones. Visitamos uno por uno todos los hermanos Horquilleros para facilitarle el carnet con el número y sitio que se le había designado.

Pasaron los años y como la Hermandad seguía teniendo falta de dinero pensamos en hacer Hermano Mayor Honorario ala Hermandad de Empleados de Caja de Ahorros de Ronda, "Sagrada Familia", cuyo Presidente era D. Juan Luis de la Rosa Moreno, que accedió gustosamente; una vez efectuado este nombramiento le hicimos llegar a D. Juan Luis la ilusión que teníamos de tener una casa Hermandad.

Un lunes, 8'30 de la mañana, lo recuerdo muy bien, me llama al despacho D. Juan Luis y me dice que una compañera llamada María de la Paz Gamero tenía una cochera en Castillo del Laurel que quería vender; yo entusiasmado tuve una reunión con la Junta de Gobierno para comunicarle que podíamos comprarla y que la Hermandad "Sagrada Familia" nos ayudaría a pagar, tuvimos que sacar un préstamo a bajo interés que nos dio la Caja de Ahorros de Ronda.

Esta cochera nos sirvió para guardar los enseres de la Hermandad que hasta este momento los teníamos repartidos en varios sitios, la junta siguió trabajando por el bien de la Hermandad y para cumplir el compromiso contraído por el préstamo.

Cada año que pasaba me costaba más mantenerme en el cargo, porque año tras año se quemaba uno más y las ideas se terminaban y me sentía cansado, y la Hermandad necesitaba un cambio, tanto de persona como de mentalidad, por lo tanto, tuve que presentar mi dimisión como Mayordomo el día 4 de Febrero de 1988 en cabildo ordinario con carácter irrevocable. Me mantuve en el cargo aproximadamente unos 14 años, mandé una carta a todos los hermanos y hay un párrafo que dice. "Han pasado 14 años desde que me hice cargo de la misma y desde este tiempo ha habido de todo, ratos buenos y malos, alegrías, problemas, pero todo presidido por mi cariño a nuestra Señora en la Soledad, pienso que es tiempo de relevo y de ahí mi dimisión: lo hago por el bien de la Hermandad, hago un llamamiento a todos los Hermanos para que, entre todos, continuemos en la hermosa tarea que nos propusimos el día que ingresamos en la Hermandad, y si saliera un nuevo Hermano Mayor contará con mi apoyo en lo que necesite". Como podéis figurar por estas letras mi sentimiento y mi corazón estaba dolido y triste.

En la Semana Santa del 198 8, la junta rectora, encabezada por Antonio Cabello, se hizo cargo de la misma en compañía de algunos hermanos que le ayudaron, la Hermandad económicamente estaba bien Gracias a Dios, aunque tengo que aclarar que seguíamos debiendo un préstamo por la cantidad aproximada de 478.000 ptas., que a mí no me preocupó ya que le dejaba el patrimonio de la cochera antes mencionada, que se valoró en 2.100.000 ptas., cantidad que hicieron efectiva al venderla y pagar el dicho préstamo, por lo tanto, como he dicho antes la Hermandad gozaba de muy buena salud económica.

Yo seguía ayudando en la venta de loterías y en lo que esa junta me pidiera. En el año 1992 el Hermano Mayor Antonio Cabello me preguntó que si quería pertenecer a la junta y accedí gustosamente, ya que mi persona seguía teniendo el gusanillo cofrade. Sigo vinculado a la Hermandad con el cargo de vicetesorero y Relaciones Públicas, siendo Hermano Mayor Manuel Gazaba Gil, persona que admiro y estimo y del que me considero un gran amigo; gracias a él y a la junta de Gobierno fui nombrado representante por la Hermandad en la Agrupación de Hermandades y Cofradías, y en enero de 1998 fui elegido Presidente por el voto unánime de dicha agrupación.

Si hay algo de lo que me siento orgulloso, aparte de mi mujer y mis hijos, y lo digo de corazón, es de haber pertenecido a esta Hermandad que quiero ­y seguiré queriendo con toda mi alma.

Antonio Palma Cabrera

MI SENTIMIENTO

Semana Santa de Ronda

que desde niño sentí;

hechizo encarnado en mí

como el sarmiento en la cepa:

cuando a mi ser ya no quepa

cantarte cual hago en vida,

porque mi vida, vencida,

esté próxima a expirar

te musitaré al marchar: "Semana Santa querida”.
Leer noticia completa...

La Virgen de la Soledad: Cincuenta Años junto a las Carmelitas Descalzas en la Iglesia de la Merced.

Me piden los hermanos de la Soledad que cuente mis recuerdos, y los de la comunidad, sobre la Hermandad. Será con cariño que todas heredamos de Madre María de Cristo, que era la Priora en los años en que la Hermandad se empezó a organizar.
Ella los alentó, ella prestó los velos grandes de las monjas para hacer los faldones del trono...
Ella dejó que la imagen de la merced, por la que sentía delirio, se transformara en Soledad en el gran día del Viernes Santo poniéndole unas lágrimas, de cera, que de hecho estropearían su agraciado rostro.
Madre María de Cristo veía con gozo que su Virgen de la Merced bajara de la altura donde presidía en su iglesia (entonces no tenía camarín) dejara su niño al cuidado de la sacristana, tomara el sencillo manto negro y se vistiera de Soledad.

La veía unida al dolor de su Hijo y también al de los hijos que engendró al pie de la Cruz para consolarlos a todos.
Era la Madre de la Merced, que en su soledad se unía a tantas almas que en soledad gustan, beben y saborean el cáliz del Señor y junto a Él y junto a su Madre, sienten consuelo pues ya no están solos; tienen a un Madre y a Jesús que les llenan el vacío dejado por la ausencia de sus seres queridos, la pérdida de la salud, la incomprensión de los que le rodean o mil cosas más.

Madre María de Cristo vibraba con la procesión de la Virgen de la Soledad; la despedía al salir y se quedaba en el coro en oración hasta que la virgen volvía a su iglesia.
El entusiasmo de los rondeños por la virgen le hace olvidar los trabajos que la comunidad realiza con generosidad: quitar cera, lavar y planchar túnicas y capas, hacer otras nuevas y... buscar sitio para guardar los enseres de la procesión...
Cómo disfrutaron Madre María de Cristo y la Comunidad al ver la nueva Imagen de la Virgen, tan digna y tan preciosa. Se le confecciono un vestido para traerla y luego estando aquí, el manto. Para ello se la entró en la clausura, la Madre la miraba y no se cansaba de agradecer a D. Fernando González y Gómez de las Cortinas, Hermano Mayor de Honor, y a su señora Doña Consuelo Caballero y familia el gran regalo que habían hecho a la iglesia y a la Hermandad con la Virgen.
Doña Consuelo, además de ser la Camarera de la Virgen, se prestaba para ponernos el monumento el Jueves Santo. Lo hacía con gusto y de su casa traía cuanto ella veía que podía realzarlo.
Ahora son los hermanos los que siguen, pues parte de las flores que adornan ese día el Santísimo Sacramento son regalos de la Hermandad.
Año tras año hemos seguido en contacto con la Camarera: primero Doña Consuelo y ahora su hija Doña María Fernanda y somos testigos de la dedicación e interés que pone en que la Virgen salga bien preparada, cada año distinta. Ella reclama el visto bueno de las monjas, que hasta 1992, tras las rejas del locutorio, veíamos el cariño y el mimo con que la arreglaba.
Una gozada para las monjas es cuando terminado de arreglar el paso, y todos se han ido, vamos a verlo y a admirar la belleza de la Virgen y el gusto con que lo han arreglado.
Aquí se aprecia el sacrificio de todos y particularmente nos admira Soledad Barceló Pinzón, que viene desde Madrid aunque sean unas horas para ayudar a poner las flores en el trono.
En el convento bien nos acordamos por esos días de la Semana Santa: "Que hay que guardar pan rondeño, que viene Soledad".
Cuando se casó regaló su vestido de novia y el año pasado nos trajo a su bebé.
Hemos sido testigos en estos cincuenta años de como los hermanos han ido superándose y superando las dificultades y granito a granito ir realizando y haciendo posible lo que ahora disfrutan.

Cómo trabajaron los pioneros de la Hermandad (Palma y Puya son los nombres que más se oían) y cuanta alegría sentían los monaguillos cuando les regalaron un par de zapatos y los calcetines.

En Navidad vino a vernos uno de ellos y recordaba que a mitad de la procesión se venían volando al convento pues Madre María de Cristo les tenía preparado un bocadillo y, uno a uno, se turnaban para tomarlo.

Otro recuerdo bonito y anual es el triduo a la Virgen. Muchos años fuimos las Carmelitas las que arreglábamos a la Virgen y las flores y las velas, y hasta había un apartado en la sacristía que decía: "velas de la Soledad".

El último domingo de cada mes ponen los hermanos una nota de amor a la Virgen en la Misa Conventual. Ellos se encargan de las moniciones y lecturas, y tiene un sabor especial para todos la Salve que, al final, se canta a los pies de la Madre de la Soledad.
Que bonito los años en que los hijos de los hermanos, hermanos ellos también, le ofrecían las flores a la Virgen y como disfrutaban los niños llevándolas, algunos hasta en brazos de sus madres.

No quiero pasar por alto las parejas de novios que después de la boda vienen a ofrecer el ramo a la Virgen. la Comunidad conserva algunas fotos que ellos regalaron como recuerdo. Es edificante el fervor con que le piden a la Vírgenes su Soledad que los acompañe y bendiga en su unión.

También quedó grabado en nuestro recuerdo el trágico accidente de la familia Palma. Fue un gran sufrimiento que compartimos rezando con ellos.
Cuánto me admiraba, en aquellos primeros años de mi vida religiosa, ver a los hermanos en la Novena de la Merced. Ellos se encargaban de las convocatorias y ayudaban en cuanto podían.
Cincuenta años en contacto con unos hermanos formales, cariñosos, respetuosos con la comunidad y siempre dispuestos a ayudar.
¿Una muestra?
La ayuda que prestaron el día de la presentación del libro de la Mano de Santa Teresa de Jesús, ¡Inapreciable! Como se lo agradecimos.
No podemos hablar de la Soledad, sin acordarnos de la figura entrañable de Nuestro Capellán, Monseñor Don José Parra Grossi, que no perdonó sacrificio para presidir la Procesión, y ya mayor y delicado, seguía detrás de la Virgen. En los últimos años, cuando formalmente su médico, D. Jesús Vázquez, se lo prohibía, venía acompañado de Antonia y Salvadora, solamente a presenciar la salida. Era edificante verle en esas noches de frío, con ese fervor y entusiasmo, por la Virgen de la Soledad, y las palabras de fervor que les dirigía a los hermanos antes de salir.
Una anécdota que refleja su amor a la Virgen: cuando se encontraba que a la Virgen la habían bajado, él se acercaba y le daba un beso.

En fin, siempre hemos encontrado en la Hermandad y en el hermano Mayor de turno, que la ha representado: amor, sinceridad, servicio. Así que desde el Carmelo del Corazón Eucarístico de Jesús de Ronda, ¡Enhorabuena! por estos cincuenta años y a seguir trabajando buscando el "Reino de Dios y su Justicia". Honor a la Virgen en su Soledad. El bien de todos. que lo demás se nos dará por añadidura.


Hermana María de la paz
i.c.d.
Leer noticia completa...

sábado, 15 de marzo de 2008

Detalles

Leer noticia completa...

viernes, 13 de abril de 2007

Viernes Santo 2007

Leer noticia completa...

domingo, 8 de abril de 2007

Semana Santa 2007

Leer noticia completa...


Calendario