Nuestra Historia

Sabemos que las cofradías procesionales rondeñas disfrutaron de una antigüedad, que con toda certitud, se remontan a los primeros tiempos de la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos, y documentalmente, tenemos testimonio de la existencia de algunas, tales como la del Santo Rosario, según el historiador Juan José Moreti ya en 1512, así como en 1563 de la del Cristo de la Sangre de Jesús. Luego, concretamente en 1599, disponemos de los textos de una querella, por motivos de un supuesto veto contra una cofradía llamada de San Miguel, hoy desaparecida, en los que se nombra como existentes en la época, además de éstas, la del Sepulcro y la de las Angustias.

De las raíces de la Hermandad de Nuestra Señora en la Soledad, en aquellas fechas, como ubicada en la parroquia de Nuestra Señora del Socorro, poseemos el testimonio escrito de sus constituciones, fechadas el día 15 de abril de 1721, de las cuales existe una copia que data de junio de 1845, autentificada por entonces mayordomo Francisco Núñez.

Viene luego una justificación de la solicitud de instrumentos legales para poner en marcha la Hermandad, proponiendo fines, números de componentes, nombramiento de Mayordomo, fiscal, secretario y demás. Recogen las Constituciones, entre los fines primordiales, el compromiso de celebrar una fiesta en honor de la Virgen en un día del mes de marzo.

Ntra. Sra. de la Paz vestida de luto
Con los consiguientes altibajos productos de las diversas coyunturas políticas y sociales, la Hermandad procesionaba hasta el año 1946 portando la imagen de Nuestra Señora de la Paz. Pero luego al ser coronada como patrona de Ronda, hubo un vacío de dos años en el que la imagen querida no salió como era habitual cerrando el Viernes la Semana Santa.

Desaparecida temporalmente por la pérdida de la imagen, como sabemos coronada como patrona de Ronda, bien pronto, en 1948 un grupo de animosos y devotos rondeños se decidió a reorganizar la hermandad, ahora con el nombre de Hermandad de María Santísima en la Soledad, constituyéndose en Cabildo General su Junta de Gobierno el 29 de enero de 1949, al unísono que se redactaron los Estatutos por los cuales debería regirse. Así, teniendo unos antecedentes históricos, seguramente de la mayor antigüedad, lo que surgía realmente, por el espíritu y el impulso de sus fundadores era una nueva Hermandad.

Los estatutos aprobados, distaban bastante de aquellos de 1721. Pero en su espíritu contenían las mismas ideas nobles de religiosidad y exaltación de la Cofradía, de su patrona y del perfeccionamiento de los hermanos dirigido al enriquecimiento espiritual y a la colaboración con los postulados de la Santa Iglesia, incidiendo en los actos litúrgicos y procesionales de la Semana Santa. Así lo expresaba en su capítulo I.
También en el capítulo VII, en su artículo 27, se describía con absoluta minuciosidad las vestimentas que deberían ser portadas por los hermanos en los actos procesionales.

Desde los primeros tiempos, la Hermandad ha venido celebrando solemnes triduos en honor de la Virgen titular, pero vaya como contribución a su historia que el primero de los tenidos lugar en esta segunda etapa fue durante los días 16, 17 y 18 de octubre de 1949, con la predicación durante las tres funciones del sacerdote jesuita R. P. Martín Prieto, Superior de la Residencia de Sevilla.

Pero, sigamos los pasos de las primeras formalidades fundacionales. Al mismo tiempo que se cumplían todos los trámites legales, se cursaba una instancia dirigida al Obispado de Málaga solicitando la autorización para fijar como sede provisional de la cofradía la iglesia de la Merced, diciendo: "Deseando organizar una nueva hermandad para dar culto a la Santísima Virgen en su paso y advocación de la Soledad, que tendrá como fin principal, fomentar la piedad y el espíritu de penitencia entre sus cofrades y el pueblo en general y queriendo que la sede de dicha hermandad sea la iglesia de la Merced, en tanto se termine de reconstruir la parroquia de Nuestra Señora del Socorro, sede definitiva de la cofradía, suplican a V.E.R. se digne autorizar la elección de dicha Hermandad en la iglesia de la Merced".

El primer y mayor problema inicial era el que había motivado la anterior desaparición de la cofradía, es decir, la falta de imagen procesional, cosa que con la enorme voluntad de todos y la generosidad de las Carmelitas Descalzas, tuvo su solución al poder disponer de la de Nuestra Señora de la Merced, la cual y con la pertinente autorización Eclesiástica procesionó durante los primeros cuatro años de esta etapa.
De marzo de 1950 tenemos la comunicación del Arciprestazgo de la ciudad por el que se establece el itinerario a seguir por la Hermandad en la siguiente Semana Santa, itinerario como es sabido, para el Viernes Santo, con salida a las diez de la noche y regreso a la una de la madrugada. Dicho itinerario comprendía las calles de San Carlos, Plaza del Ayuntamiento, Varela, Queipo de Llano, Plaza de Carmen Abela, Sevilla, Infantes, Cruz Verde y de regreso nuevamente San Carlos. Existían para la procesión tres requisitos básicos: 1º, ninguna parada debía exceder los quince minutos; 2º, no se admitirían más de tres saetas en un mismo lugar; 3º, no se permitirá a los hermanos salir de las filas y mucho menos entrar en los bares vestidos de túnicas, ni que se suministren bebidas en plena calle a los que llevan el paso.

Ntra. Sra. de la Merced vestida de luto
En cualquier caso, las recomendaciones respecto al comportamiento de las cofradías en la Semana Santa, no caían en saco roto, ya que en 1952, se recibía con el mayor agrado la felicitación del Ayuntamiento, "una mención honorífica a la cofradía de María Santísima en la Soledad por su piedad y orden en el desfile procesional".

El año 1951 en esta ya imparable progresión se estrenaría un paso construido por el Fiscal, D. Antonio Morales Jiménez, acompañado de un juego de varas de mando con las insignias de la hermandad, y el 9 de junio y en Cabildo General, se nombró nueva Junta de Gobierno por tres años consecutivos; en ella salió reelegido el mismo Mayordomo, es decir, el Sr. Velasco Conde, al que los escritos de la época significan como el "Fundado".
Pero en 1953 debido a la munificiencia del hermano Fernando Gómez de las Cortinas, ya se pudo contar con la imagen propia, una bellísima talla obra del notable imaginero onubense (natural de Higuera de la Sierra), Sebastián Santos Rojas.

Antes de comenzar el Septenario Doloroso celebrado durante los días 24 al 30 de enero de 1953, precisamente el 24, don Rafael Jiménez Cárdenas, Vicario-Arcipreste rondeño, bendijo con la mayor solemnidad la nueva imagen.

Evidentemente, la financiación de la cofradía, que indudablemente comporta numerosos gastos para un funcionamiento normal es uno de los problemas, tan perentorio como presente siempre, ya que la única fuente de ingresos con la que ordinariamente se cuenta es la proveniente de las cuotas de los cofrades, a salvo claro está de algunos donativos esporádicos. Entonces la Junta de Gobierno ha de recurrir a mil variantes de recaudación popular. Es así, que los clásicos sorteos son las estratagemas más socorridas, por supuesto, contando en todo momento con la colaboración de los mismos cofrades que han de repartirse el trabajo de distribuir papeletas a la vez de adquirir el mayor número de ellas.
Seguramente que en algo era otra contribución directa, la venta de las túnicas, que se ofrecían además a plazos. Una nota del 16 de julio de 1951, decía: "Se ponen a la venta las túnicas, pagaderas a plazos semanales de 2,50 pesetas en 140 pesetas, a aquellos que aún no la posean".

De 1953 tenemos escrito la relación de patrimonio de la hermandad que hace ésta al presidente de la Comisión Municipal de Fiestas de los estrenos hechos para la Semana Santa de aquel año:
"Nueva Imagen Titular de la Hermandad donada por el Hermano Mayor de Honor don Fernando González y Gómez de las Cortinas.Un trono de estilo barroco y dorado en oro fino, con cuatro grandes candelabros del mismo estilo igualmente dorado con veinte artísticas tulipas.Un vestido de terciopelo negro Lyón.Un gran manto de terciopelo negro Lyón.Una toca de seda blanca Nylon.Una aureola de plata de ley, con doce estrellas cinceladas a dos caras de 8 centímetros, obra del orfebre sevillano, Seco Velasco.Una espada de dolor de oro repujada montada en zafiro, del mismo orfebre.Una Cruz de Guía con escudo de la Hermandad tallada y dorada, obra del artista rondeño Juan HernándezUna bandera de seda blanca.Un libro de reglas.

En 1954, aparecen en los archivos noticias de la Hermandad, y es con motivo de la invitación para los días, del 15 al 21 del mes de marzo de un "Solemne Septenario Doloroso" celebrado en la iglesia de la Merced.

En los archivos de la Hermandad viene luego un vacío de información, que no responde, desde luego, a un enfriamiento de la actividad, pero sí existe un registro minucioso de gastos e ingresos, anotados con extrema pulcritud, desde 1953 hasta marzo de 1989.
Pero podemos y debemos sintetizar esa continuidad y perseverancia en seguir marchando siempre en el camino de la perfeccionamiento haciendo una síntesis, siquiera sea apretada, de los logros y realizaciones más destacadas, pertenecientes a tan largo periodo, escaso de información.

María Stma. en la Soledad
En el orden de las estructuras internas de la Hermandad es notable el salto cuantitativo del número de hermanos, que actualmente superan los cuatrocientos. Y en este sentido hay que destacar igualmente, que dentro de tal cifra, un centenar está constituido por damas.
Capítulo bien importante ha sido el del enriquecimiento de los enseres y objetos procesionales, algunos de los cuales debemos enumerar:
Año 1989. Restauración de 250 porta cirios por el artesano rondeño Antonio Aguilera.Año 1990. Adquisición de cuatro candelabros tallados por el artesano sevillano, Antonio Ojedo Roldán.Año 1991. Compra de bandera y estandarte, bordados por las hermanas Clarisas.Año 1992. Adquisición de un trono nuevo a la Cooperativa rondeña Ciudad del Tajo, manteniendo las valiosas tallas originalesAño 1994. Adquisición y acondicionamiento del local Social de la Hermandad.Tampoco quedó descuidado el renglón de los agradecimientos a las personas e instituciones que han ayudado de alguna manera importante al desarrollo, al mantenimiento y a la brillantez de la Hermandad.
Síntesis Histórica del Libro recopilatorio del cincuentenario de la Hermandad.