viernes, 15 de marzo de 1996

Poemas a Nuestra Señora: Saetas habladas a María Stma. en la Soledad, marzo 1996

Ya el tambor ha enmudecido,
las velas parpadeando
consumiendo sus pabilos
queriendo ser mudos testigos
del drama del Viernes Santo.

Soledad. Ya estás aquí.
Quizás me tiemble la voz,
porque al verte de venir
he comprendido el dolor
que has tenido que sentir.

Porque siendo tú, Señora,
Madre del Verbo Divino,
recorre las calles sola
adornada con corona
que han bañado en oro fino.

¿Para qué quiere corona
la Madre del Redentor
si la dejamos tan sola
traspasada de dolor?

Sola, sin tener consuelo
al pie de una cruz desnuda,
mientras que el Rey de los Cielos
le están dando sepultura.

Sola,
siendo tú, nuestra esperanza,
Madre llena de aflicción,
por el puñal que traspasa
de pena tu corazón.

Soledad: no llores más.
¿No estáis viendo su dolor?
¡¡Quitarle ya ese puñal,
quítaselo, capataz!!
Que ya es bastante dolor
el llevar su Soledad.

¡¡Ay!! Madre, que sola estás
dolorosa y afligida.
¿Es posible, Soledad,
que viéndote dolorida
no te pueda consolar?

Y más, nuestra titular,
que siendo Reina y Señora,
se encuentra afligida y sola
llorando su soledad.



Pero no. Sola no estás
que cuentas con el esfuerzo
el cariño y el afén
de la Junta de Gobierno
y de toda la Hermandad,
y tienes a tus horquilleros,
que estos no te dejarán.

Tú que sabes que son tan buenos
has podido adivinar
en sus labios un te quiero,
bajo ese negro antifaz
con el que el rostro cubrieron.

Son tradiciones de siglos
que en Ronda rememoramos.
Herencia de padres a hijos
que han seguido siendo hermanos.

Precisamente este día
quiero dejar un recuerdo
de personas muy queridas,
que se fueron para "arriba"
y esta noche os etán viendo.

Y que han abierto otra vez
los ventanales del cielo,
porque hoy la quieren ver,
los hermanos que se fueron.

Siempre esperan este día
para consolar su llanto.
Tú lo sabes, Madre mía,
que ellos no te faltarían
la noche del Viernes Santo.

Y les ha dicho el nazareno,
que dejes ya de sufrir,
que el Cristo se fue a los cielos
pero volevera a venir.

Y en ese día tan grande,
rodeada de luceros,
al verte, te dirá, ¡¡Madre!!
porque ellos lo merecieron,
aquí estoy para abrazarme
con todos los horquilleros.

Poemas recopilados de "Mi Rezo en Verso" José Mª. León Cordón